El 47,3% de la superficie quemada es propiedad privada (individual y colectiva) y el resto, 52,7%, es tierra fiscal o de propiedad estatal. Las propiedades privadas afectadas en la Chiquitania están mayormente consolidadas con títulos de propiedad otorgados por el Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA). En orden de importancia, las propiedades incendiadas son la empresa agropecuaria (grandes propiedades ganaderas), las Tierras Comunitarias de Origen (TCO), las medianas propiedades, las propiedades comunitarias y las pequeñas propiedades.
Estos son los resultados expuestos por la Fundación Tierra en su reciente informe especial ‘Balance de los incendios forestales 2019 y su relación con la tenencia de la tierra’. Entre agosto y septiembre de 2019, Santa Cruz ha experimentado la mayor crisis ambiental ocasionada por los incendios forestales. La superficie quemada asciende a 3,6 millones de hectáreas, lo que equivale al 9,6% del territorio cruceño.

Según el resumen ejecutivo de Tierra, la cuantía exacta de los incendios forestales en el departamento de Santa Cruz es que la superficie quemada alcanzó a 3.610.075 hectáreas hasta el 30 de septiembre de 2019 (enero-septiembre). En el mismo periodo del año anterior, es decir hasta septiembre de 2018, el área quemada había sido de 619.206 hectáreas.
El segundo departamento afectado por el fuego es Beni con 1,1 millones de hectáreas. A nivel nacional, la superficie quemada asciende a 5 millones de hectáreas. En esta investigación, la organización no gubernamental boliviana hizo estimaciones que presentan pequeñas variaciones con otros reportes, como de la Gobernación de Santa Cruz o Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN).
Los incendios se concentraron mayormente en cuatro zonas: San Ignacio de Velasco, San Matías, Concepción y corredor San José de Chiquitos – Puerto Suárez. Las dos primeras zonas tienen un historial de incendios recurrentes y explican en mucho lo sucedido el 2010, año récord de incendios hasta antes de esta gestión. En las otras dos zonas, los incendios anteriores eran significativamente menores y menos frecuentes.

Los incendios han expuesto a la luz pública la existencia de cientos de autorizaciones de asentamientos de nuevas comunidades campesinas en Santa Cruz. Los datos analizados sugieren que, en efecto, los asentamientos están implicados en el incendio que se originó entre San José de Chiquitos y Roboré, pero no son los principales protagonistas en las demás zonas, continúa el informe.
Práctica de chaqueos, nada nuevos
En la parte introductiva, Tierra manifiesta que al igual que en muchos países que practican la “tala y quema”, conocido también como “chaqueo” en Bolivia, los incendios forestales no son nada nuevos y son provocados por la actividad humana entre los meses de julio y octubre de cada año. Es la estación seca que precede a la época de siembra que comienza con las primeras lluvias de fin de año. Las quemas llenan de humaredas las principales ciudades del país, las poblaciones cercanas sufren los efectos más severos y son la principal fuente de emisión de gases de efecto invernadero (GEI).
Aunque los efectos ambientales son cada vez más preocupantes, los propietarios de tierras siguen desmontando y quemando el bosque, tanto para incorporar nuevas tierras a la actividad agrícola y ganadera como para hacer rebrotar los pastizales de las estancias ganaderas. Cuando no se toman las precauciones necesarias para el manejo del fuego o los ecosistemas pierden su resiliencia, los incendios se tornan incontrolables y dejan cicatrices profundas sobre grandes extensiones.
Esto ha sucedido en Santa Cruz. Las zonas más afectadas son cuatro y abarcan el norte y este de la llamada “zona de expansión agroindustrial”. La Chiquitania es la macroregión más visible y está compuesta mayormente por bosques secos y varios estudios técnicos señalan que los niveles de humedad están en permanente descenso con el cambio climático (FAN, 2016 y Markos, 2019).

Una contextualización de Tierra precisa que la Chiquitania ya estaba en el ojo de la tormenta por lo menos desde hace unos cinco años, pero solo desde principios de 2019 fue noticia a nivel nacional. Mediáticamente, los conflictos por la tierra se visibilizaron el sábado 30 de marzo de 2019, cuando cerca de mil personas acudieron al llamado del Comité Cívico Pro Santa Cruz para una asamblea de emergencia en la plaza central de San Miguel de Velasco. El objetivo no fue otro que defender la Chiquitania de las autorizaciones del INRA para el asentamiento de 69 comunidades campesinas sobre un total de 130.000 hectáreas en zonas de bosques consideradas como tierras fiscales disponibles. Luego se conocería que no eran los únicos asentamientos autorizados.
“¿Cuáles son las fuerzas e intereses que están por detrás de los incendios? ¿Quiénes son los protagonistas? ¿Por qué? Estas son algunas de las grandes preguntas que tenemos presente en todo momento”, asegura el informe.
Asimismo, en Santa Cruz, el tema de las autorizaciones para asentamientos de nuevas comunidades en la Chiquitania se convirtió en el eje central del debate sobre el futuro de las tierras fiscales. El caso del asentamiento de la comunidad Tupac Amaru, en el valle de Tucabaca de Roboré, expuso dos temas conexos a los asentamientos. 1) Que las nuevas comunidades que se estaban creando en la Chiquitania tendrían como beneficiarios a la “gente del occidente”.

El caso de la mencionada comunidad, tenía esa característica porque el 70% de sus integrantes procedían de Cochabamba, muy probablemente de la zona cocalera del Trópico de Cochabamba. 2) Que los beneficiarios no eran campesinos pobres de zonas rurales de las tierras altas sino personas mayoritariamente con vínculos políticos con el Movimiento al Socialismo (MAS), muchos de ellos establecidos en ciudades y dedicados a actividades económicas no agropecuarias. Los asentamientos tienen componentes político – electorales. No es desconocido para nadie que el MAS pretende cambiar la balanza electoral en la Chiquitania.
La Fundación Tierra cita las comunidades campesinas indígenas Flor Chiquitana, San Javier, Mansoria 2, Nueva Belén 2 y Nueva Belén 1, 3 de octubre, San Antonio, Nueva Belén, 26 de Noviembre, Mansoria, Churatas, Tamborara, Villa Armonía, Juana Azurduy, San Miguel, Oriente Chiquitano, Santa Rosa, Villa San Juan, Nueva Uncía y Paraíso de Lomerío.