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Santa Cruz de la Sierra

La representatividad del homenaje a Santa Cruz

MS.c. Hugo Salvatierra Rivero, periodista y docente universitario

En septiembre, Santa Cruz celebra los 215 años de su Grito Libertario, recordando el 24 de septiembre de 1810, fecha en que se proclamó la independencia. Las festividades incluyen actos cívicos, expresiones culturales como las tamboritas, celebraciones gastronómicas y distintas actividades destinadas a honrar la historia y la tradición de la región.

Este año, el Concejo Municipal de Santa Cruz de la Sierra tuvo la “brillante” idea de entregar la Mención Servicio Institucional – Categoría Desarrollo Humano – Cultura Folklore a la Fraternidad Tinkus San Simón.

Si bien es cierto que septiembre es un mes de celebración y que la Alcaldía busca reconocer a quienes aportan a la ciudad, la elección de un grupo de danza Tinku —originario del occidente del país— plantea una interrogante: ¿qué aporte cultural concreto ha realizado en favor de Santa Cruz?

No estoy en contra del trabajo de los grupos culturales del occidente, pero sí cuestiono la falta de criterio de los concejales al elegir a los homenajeados por la gesta libertaria cruceña. ¿Dónde quedan las creencias, valores, saberes y manifestaciones que dan sentido a nuestra existencia como cambas?

Es posible que las autoridades municipales argumenten que se busca promover la diversidad cultural, valorar los aportes sin importar su origen, fomentar el intercambio y la convivencia, e impulsar el pluralismo. Pero el debate no está ahí. La discusión es sobre la representatividad del homenaje. Y, desde mi punto de vista, lo más adecuado sería que, en el marco de septiembre, todos los reconocimientos en el ámbito cultural se enfoquen en revalorizar la identidad cruceña.

Fortalecer la identidad cultural es vital porque otorga a las personas un sentido de pertenencia, cohesiona a la comunidad y permite que una región se diferencie en un mundo globalizado, contribuyendo al mismo tiempo al desarrollo social y económico sostenible.

Además, esta tarea no compete únicamente a la sociedad civil: también involucra a las instituciones y al propio Gobierno Municipal. No se trata solo de preservar el pasado, sino de mantener vivas y vigentes las tradiciones, adaptándolas a los nuevos contextos sin perder su esencia.

Esto parece no entenderlo ni el Concejo Municipal ni el propio alcalde. Para fortalecer la identidad cultural se requiere una acción integral: educar y concienciar desde la niñez, difundir y promover las manifestaciones propias de la región, aplicar políticas públicas con respaldo institucional, fomentar la cohesión social y sostener un diálogo cultural permanente.

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