Santa Cruz de la Sierra no siempre fue la ciudad iluminada y dinámica que conocemos hoy. En 1962, cuando apenas despuntaba como capital regional, un grupo de vecinos decidió que la oscuridad de los mecheros debía quedar atrás. Con visión y coraje, apostaron por un modelo cooperativo de servicio eléctrico, fundando la Cooperativa Rural de Electrificación R.L. (CRE). Aquel 14 de noviembre nació una institución que, con apenas 10.000 asociados iniciales, cambió para siempre el rumbo de la región.
De una chispa a una red que abarca medio país. Hoy, 62 años después, la CRE se ha consolidado como la distribuidora eléctrica más importante de Bolivia. Atiende a más de 500.000 asociados, cuenta con 850.000 conexiones activas en 14 provincias cruceñas y llega a más de 4 millones de habitantes. Su cobertura es casi total: 96% de su área de operación, y distribuye más del 50% de la energía que se genera en Bolivia, un dato que refleja la magnitud de su aporte al país.
La electricidad, que en los sesenta era un lujo urbano, se volvió un servicio continuo y confiable, indispensable para el crecimiento de la industria, la agroexportación, la educación y la calidad de vida de los cruceños.
Un motor económico y tributario. El impacto de la CRE no se limita a su servicio básico. Su aporte tributario es uno de los más significativos del sector privado nacional. En la última década, duplicó el pago de impuestos, pasando de Bs 111,4 millones a Bs 243,3 millones, convirtiéndose en uno de los principales contribuyentes del Tesoro General de la Nación (TGN).
Este flujo constante de recursos demuestra no solo eficiencia en su gestión, sino también la importancia del cooperativismo como modelo económico capaz de generar riqueza compartida.
Responsabilidad social más allá de la energía. La CRE ha entendido que su rol va más allá de distribuir electricidad. A través de la Fundación CRE, impulsa más de 20 programas de Responsabilidad Social que benefician cada año a casi dos millones de personas.
Desde el Centro Médico CRE-MEDCO, que brinda atención gratuita, hasta el Centro de Formación Superior CRECE, que ofrece becas y diplomados, la cooperativa apuesta por mejorar la salud y la educación de miles de familias. Sus brigadas móviles de salud, sus incentivos escolares y sus alianzas con instituciones educativas y profesionales refuerzan un compromiso social que trasciende la prestación del servicio eléctrico.
Expansión e innovación tecnológica. La historia de la CRE también está marcada por la innovación. En 2009 modernizó su sistema eléctrico con el SCADA cuádruple redundante, una herramienta que garantiza seguridad y eficiencia en la operación. En 2015, inauguró el Proyecto Híbrido El Espino (solar-diésel), pionero en el país y considerado un modelo replicable para comunidades rurales.
Su expansión incluso alcanzó otras regiones del país: en 2006 extendió sus redes al Chaco chuquisaqueño (Huacaya y Macharetí), más tarde a zonas rurales del Beni, y en 2021 garantizó el suministro en Puerto Quijarro, fortaleciendo la infraestructura de la Escuela de Sargentos de la Armada Boliviana.

Reconocimiento y proyección. El compromiso de la CRE no ha pasado desapercibido. Recientemente, el Colegio de Economistas de Santa Cruz la distinguió por su respaldo al fortalecimiento institucional, destacando su aporte al desarrollo económico y social del país.
El cooperativismo como modelo de futuro. A más de seis décadas de su fundación, la CRE se mantiene fiel a su misión: llevar energía, progreso y bienestar a cada rincón donde opera. Su historia refleja cómo la visión de unos pocos vecinos se transformó en un modelo exitoso de cooperativismo moderno, capaz de iluminar hogares, dinamizar la economía y sostener un compromiso social que beneficia a millones.
En el camino hacia el Bicentenario, la CRE se erige no solo como un ejemplo de gestión eficiente, sino como una de las instituciones que mejor simboliza la fuerza transformadora de Santa Cruz y su aporte decisivo a Bolivia.
