viernes, 22 agosto,2025
24.7 C
Santa Cruz de la Sierra

Análisis | Rodrigo Paz: el outsider inesperado que redefinió la política boliviana

La gran sorpresa de las elecciones de este domingo en Bolivia fue la victoria de Rodrigo Paz, del Partido Demócrata Cristiano (PDC). Hijo del expresidente Jaime Paz Zamora, y con una trayectoria que incluye cargos como diputado, concejal, alcalde y actual senador por Comunidad Ciudadana, el dirigente paceño pasó en pocas semanas de ser un candidato relegado a convertirse en el primero en la votación nacional.

Una semana antes de los comicios, las encuestas mostraban un empate técnico entre Samuel Doria Medina y Jorge “Tuto” Quiroga, dos figuras de la derecha tradicional. Sin embargo, los sondeos también advertían sobre la volatilidad del voto: un tercio de la ciudadanía aún no había definido su preferencia y un candidato emergía con fuerza creciente. Contra todo pronóstico, Paz, que partía en quinto lugar, terminó superando a los “viejos zorros” de la política boliviana.

Con el 32,1% de los votos frente al 27% de Quiroga, se aseguró un lugar en la segunda vuelta. La pregunta es inevitable: ¿qué explica este ascenso fulgurante y qué significa para la política nacional?

El fin del eje MAS–antimasismo

El triunfo de Paz refleja el agotamiento de la polarización que dominó la última década: masismo contra antimasismo. Su discurso se articula en torno a cuatro pilares que reconfiguran el tablero: renovación política, integración nacional, religiosidad y capitalismo popular. Aunque hereda un apellido con peso en la política, Paz se proyecta como un líder nuevo, distante de las estructuras tradicionales, en un contexto de crisis de representación, desgaste generacional y debilitamiento de los partidos.

Su narrativa busca cerrar las fracturas sociales: “Vamos a reunificar la patria”, repitió en su discurso de victoria. Apela también a un lenguaje religioso, que conecta con amplios sectores populares, y se distancia tanto del estatismo del MAS como del neoliberalismo elitista. Propone en cambio una “tercera vía”: un capitalismo para todos, que se opone al modelo concentrado en unos pocos.

El factor Edman Lara y el poder de las redes

El éxito del PDC no se entiende sin la figura de su candidato a vicepresidente, Edman Lara, un ex policía que se volvió viral al denunciar corrupción dentro de la institución. Su imagen de ciudadano común que desafió al poder estatal se convirtió en símbolo de autenticidad y regeneración moral.

Las redes sociales —particularmente TikTok— fueron decisivas. Ante la falta de recursos y maquinaria partidaria, Paz y Lara construyeron un relato antipolítico que conectó con el hastío de los bolivianos hacia las élites tradicionales y atrajo incluso a votantes desencantados del MAS.

Ganadores y perdedores

El principal derrotado fue Samuel Doria Medina, quien pese a liderar las encuestas no logró sostener su ventaja. Ni su alianza con Luis Fernando Camacho, ni el apoyo empresarial de Marcelo Claure evitaron que se lo percibiera como un candidato “tibio”, blanco de la guerra sucia y de la crítica por su moderación ideológica.

En cambio, Jorge “Tuto” Quiroga logró capitalizar el voto duro contra el MAS y asegurarse la segunda vuelta, especialmente con su victoria en Santa Cruz.

Por el lado del oficialismo, Andrónico Rodríguez fracasó en consolidarse como relevo generacional de la izquierda. Con apenas 8% de apoyo, su candidatura quedó atrapada entre lo viejo y lo nuevo. Pese a ello, Evo Morales emergió como el gran beneficiado al mantener cohesionado al voto rural mediante la consigna del voto nulo, alcanzando un 18% sin presentarse como candidato.

La nueva disputa

La victoria de Rodrigo Paz altera el escenario previsto: la segunda vuelta no será entre la derecha moderada y la derecha radical, sino entre la vieja y la nueva derecha. Tuto buscará ampliar su base social con un discurso más moderado, mientras Paz intentará consolidar su posición como alternativa fresca, incluso captando apoyos de excandidatos como Doria Medina.

El capital político de Paz radica en no ubicarse en las categorías tradicionales de izquierda y derecha, y en haber capturado el voto popular que antes respaldaba al MAS. En un país marcado por la crisis de liderazgos y la fatiga hacia la política convencional, su victoria representa más que un cambio de nombres: simboliza el inicio de un nuevo ciclo político en Bolivia.

Fuente: El País

Mas recientes

Mas Noticias