Por: Felipe Caballero Ordóñez
A los asambleístas departamentales de Santa Cruz, sobre todo, a los cinco que representan a los pueblos indígenas, les propongo la siguiente ruta general:
“Fortalecer de manera creativa, participativa y ordenada, las identidades culturales, sociales e institucionales desde una base y con un enfoque territorial”.
Se trata de la condición más elemental para avanzar y alcanzar el desarrollo humano integral, sostenible y orgánico, sobre las sólidas bases del control y la gestión territorial.
Lo antes señalado resulta de entender uno de los resultados de la historia de los seres humanos de todos los tiempos y espacios físicos del mundo; y está en coincidencia con lo propuesto a partir de 1990 por los pueblos del Oriente, la Chiquitania, el Chaco y la Amazonia de la actual República de Bolivia.
Solo cumpliendo estas condiciones previas es que se avanzará hacia el “auto gobierno de los territorios para el desarrollo elegido”, que es uno de los propósitos mayores que busca todo humano superior.
Por ello, nunca será olvidado el atropello organizado y dirigido por el gobierno nacional pachacutista sobre el Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), cuyo hito más significativo por su notoriedad, fue la violenta afrenta a los indígenas del Oriente en Chaparina.
Se espera que este lineamiento de acción práctica en actual ejercicio por los habitantes de nuestras regiones, guíe la toma de decisiones para recuperar la iniciativa de los legisladores departamentales cruceños, benianos, pandinos, tarijeños y chuquisaqueños; para de este modo, fortalecer el trabajo creativo orientado al crecimiento y el desarrollo económico y social general de la población en sus propios territorios.
Es también un camino común para defender la tierra y los territorios propios, del avasallamiento al que al que estamos siendo sometidos bajo la orientación del gobierno nacional con la acción directa de los colonizadores, auto denominados interculturales.
Mirar de frente la realidad es otra condición, y ella nos lleva a reconocer que existen algunos dirigentes indígenas, de otros sectores y profesionales de nuestros propios pueblos que permiten y hasta facilitan estos atropellos.
Todos ellos no desconocen que se prestan para los innumerables abusos ocasionados por los colonizadores que provienen de las regiones andinas; y tampoco que ellos vieron siempre a los pueblos del Oriente, la Chiquitania, el Chaco y la Amazonia como enemigos a los que hay que derrotar y someter. Ese es otro tema de fondo.
Los mandatos de los Incas siguen vigentes en la actualidad. Fueron ellos los primeros usurpadores y sátrapas que en sus tiempos esclavizaron a los propios pueblos andinos al convertirlos en sus vasallos y pongos.
En medio de esta realidad tan atrasada corresponde preguntarles: ¿Por qué los actuales ciudadanos andinos no hacen el esfuerzo por mirar y vivir en la modernidad? ¿Por qué, cuando miran al Imperio Incaico no reconocen el vasallaje y el pongueage del que fueron víctimas? ¿Por qué, en vez de mirar por el túnel, a los 500 atrás, caracterizados por el atraso y la servidumbre, no miran el presente y el futuro caracterizado por la modernidad y la libertad?
De nuestro lado, desde Santa Cruz, estamos convencidos que trabajamos y demostraremos: “Claridad en los propósitos y objetivos del desarrollo territorial; que somos trasparentes en todos nuestros sistemas de gestión del crecimiento y el desarrollo económico y social con base territorial; que nos enfrentamos a los sistemas institucionales, a sus dirigentes y a los políticos, cuando son y tienen prácticas corruptas”.
Estas son las reglas del juego con la que trabajamos y operamos los criollos, mestizos e indígenas cruceños. Y son, algunos de los valores y principios a aplicar y fortalecer en el renovado desempeño de la actual ciudadanía democrática que aspira a una nueva formación estatal a partir de la sociedad civil que surgió desde el 21 de febrero de 2016.
Se trata de esa sociedad civil democrática que hizo historia, al demostrar también después, en las calles y las rotondas, de manera organizada y pacífica, esa monumental rebeldía democrática ciudadana que luego provocó la llorona huida de los fraudulentos y corruptos sátrapa andinos centristas y aprendices de dictadores.
Esa es otra de las herencias que deja a la República de Bolivia el liderazgo de la renovada sociedad civil cruceña, así como la mayúscula expresión de rebeldía democrática ciudadana que se proyectó en la historia nacional desde Santa Cruz.
Acceso a las oportunidades del desarrollo humano integral y sostenible, es lo que necesitamos todos los cruceños indígenas y no indígenas. Ello requiere también, comprometer nuestros mejores esfuerzos para una auténtica y plena autonomía, para que entre otras medidas logremos el 50 por ciento de los recursos nacionales para las gobernaciones, municipios y universidades públicas.
Es uno de muchos otros logros a alcanzar para tener una verdadera autonomía descentralizadora. Al constituir uno de los objetivos puntuales e inmediatos, al mismo deben concurrir las acciones del conjunto de la moderna sociedad civil democrática.
Estas acciones son aspiraciones muy primarias y elementales que al ser compartidas por los nacidos y los habitantes de Santa Cruz, nos proyectan a buscar y asumirlas como mandatos surgidos desde la misma sociedad civil cruceña.
Con estas banderas, junto a quienes viven en las comunidades, las poblaciones rurales, en las tierras comunitarias de origen y en los barrios de las ciudades, sabemos que defenderemos desde la posición que nos corresponde, los avances que hemos logrado en la historia de antes y después de la fundación de la República de Bolivia.
La defensa del patrimonio territorial, cultural, social e institucional del Oriente, la Chiquitania, el Chaco y la Amazonia, es un mandato irrenunciable que cumplimos y cumpliremos.