La Historia estudia el viaje del hombre a través del tiempo y nos dice que tenemos que aprender del pasado para mirar hacia el futuro. Y en el pasado siempre han existido gobernantes o legisladores severos y, la historia lo documenta también, siempre han sido derrotados por sus pueblos que, en definitiva aspiran a la búsqueda del bien común, la paz y la felicidad. Uno de ellos fue Dracón, un legislador ateniense que del Siglo VII A.C, quien quiso imponer la autoridad del Estado en materia judicial castigando delitos leves con la pena de muerte, provocando que en esa época se dijera que las normas no estaban escritas con tinta, si no con sangre humana.
Recordamos a Dracón en Bolivia momentos en los que el gobierno del presidente Luis Arce intenta poner en vigencia un paquete de leyes que vulneran el orden constitucional y los derechos humanos, entre ellas la ley de Legitimación de Ganancias Ilīcitas, que pretende empoderar a la Unidad de Investigaciones Financieras, dependiente del Organo Ejecutivo, las facultades de investigar, acusar y procesar a gil y mil.
La historia nos cuenta que las leyes de Dracón provocaron tal descontento popular que éste hubo de exiliarse a la isla griega de Egina, donde murió asfixiado por múltiples capas, sombreros y vestimentas que le arrojaron sobre su cabeza, según cuenta la enciclopedia bizantina el Sudá.
Dracón sería reemplazado por, Solón, considerado como el padre de la democracia, famoso por frases como las de “buscar en todo el justo medio” y criticar a sus antecesores señalando “a menudo el odio se disfraza con una careta sonriente y la lengua se expresa en tono amistoso mientras el corazón está lleno de hiel”.
Solón liberó a los campesinos de su grave endeudamiento y eliminó la servidumbre por deudas; limitó la extensión máxima de las propiedades; limitó el poder de la nobleza sustituyéndolo por una hegemonía de los propietarios; clasificó a los ciudadanos en cuatro clases según su riqueza; y reestructuró las instituciones políticas estableciendo un equilibrio entre la Ecclesia (asamblea popular), la Bulé (órgano deliberante reservado a las tres clases superiores) y nueve arcontes (titulares del poder ejecutivo, reclutados entre las dos clases superiores).
El nuevo orden favoreció el crecimiento económico y potenció la relación directa del ciudadano con el Estado, con el elemento ordenador de la libertad y el respeto a la propiedad, como valores principales.

Libertad que posteriormente reclamaría el gladiador Espartaco, cuando con un puñado de 79 esclavos se rebeló contra el Estado Romano y humilló a su poderoso ejército, en el año 73 A.C. Y mucho antes el Rey de Persia, Ciro el Grande, conquistador de vastos territorios de la Mesopotamia, -zona de oriente medio entre los ríos Eufrátes y Tigris-, entre ellos Babilonia donde pasó a la historia por su frase: “Dejad libres a los esclavos y que profesen la religión de su creencia” escrito en su famoso cilindro de barro que se precursor de la Declaración de los Derechos Humanos, sustentada también por personajes como el Barón de Montesquieu, que en 1789 habla de la importancia de los frenos y contrapesos en un estado moderno dirigido por el Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
Democracia, libertad, frenos y contrapesos, respeto a la propiedad… y tolerancia, han sido valores que se han consolidado en la historia. “Aunque deteste lo que digas, estaría dispuesto a morir por tu derecho de expresarlo”, diría Voltaire también en la era de la Revolución Francesa.
Y en el pasado inmediato, el presidente Evo Morales retrocedió cuando quiso imitar a Solón con el Códicgo de Sistema Penal y fue derrocado por “las pititas” y en la semana que acaba, la democracia y la libertad contra la toma del poder total han ganado oxígeno en Santa Cruz con Luis Fernando Camacho, con Manfred Reyes Villa en Cochabamba y con los cocaleros en La Paz y NUEVAMENTE ESTÁN DE PIE EN ESTE PARO CÍVICO NACIONAL de hoy 11 de Octubre del 2021.