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El MAS pide renovación y cuestiona el “dedazo” de Evo

Por: Daniel Castro, periodista

Con los gritos de ¡Renovación! y ¡No al dedazo! militantes del Movimiento al Socialismo, le hicieron sentir a Evo Morales en Cochabamba la semana pasada que no están dispuestos a aceptar sus decisiones de manera inconsulta para elegir quiénes serán los candidatos azules para la próximas elecciones departamentales y municipales.

Semejante actitud debió retumbar fuertemente en sus oídos que no están acostumbrados a escuchar ni aceptar cuestionamientos. Sobre todo, porque el descontento ya lo había sufrido en Potosí y en otros departamentos las agresiones y rechazo a los precandidatos que lo acompañaron en su gestión sonaban cada vez más fuerte.

La salida apresurada del país en noviembre de 2019, cuando dejó el poder y se refugió en México, no sólo significó acabar abruptamente con un mandato que se negaba a dejar, sino que lesionó su figura pública y la imagen de semidiós invencible que sus acólitos se encargaron de construir durante su régimen de casi catorce años.

Tanto fue así que no solo recorría el país en avión y helicópteros inaugurando obras que después quedaban en nada, sino que también partía frecuentemente hacia el exterior para sumar su voz a la lucha internacional que mantiene la izquierda populista con “el imperio”, como gustan de llamar a los Estados Unidos de Norteamérica.

Ese rol, que tanto amaba y que lo encegueció al punto de hacer cualquier cosa para permanecer en el sillón presidencial, quedó al descubierto en los meses en que el pueblo boliviano enfrentaba una pandemia mundial con miles de muertos, una lucha ideológica que azuzaba desde el exterior y era ejecutada disciplinadamente por sus dos tercios de masistas en la Asamblea Legislativa; y una economía que se caía a pedazos porque no era cierto que el país nadaba en petrodólares, como se ufanaban tanto Morales como su ministro Luis Arce, hoy elegido para conducir el país.

Su retorno, que estuvo cargado de todos los simbolismos que preceden sus apariciones públicas, mostraron que tras doce meses fuera del país, su figura se achicó y volvió a ser un ser mortal, mientras que el instrumento político, salió del estupor, se recompuso y logró recuperar el dominio que dilapidó el “jefazo” con su angurria de poder. Es decir, el MAS demostró que como movimiento es más que su caudillo y la victoria del 18 de octubre pasado, más allá de las conocidas denuncias de fraude, no dejan lugar a dudas.

La ausencia de la dupla ganadora en todos los actos que promovió para recuperar protagonismo desde Villazón hasta instalarse en el Chapare, fueron el preámbulo para mostrarle que la hegemonía política que ostentaba en su partido, no se recupera con un multitudinario acto en Chimoré. El manto del poder político ha pasado a Luis Arce y David Choquehuanca, el hombre que se alejó de su gobierno cuando vio que su propósito era eternizarse en el poder y no lo toleró.

Entonces no debería sorprendernos que una turba de campesinos de distintas provincias en Betanzos arremetiera contra el jefe de campaña del MAS y contra sus precandidatos. El ex presidente de la Cámara de Diputados, Víctor Borda se quedó en el camino porque las organizaciones potosinas eligieron a Jhonny Mamani como candidato a Gobernador.

Evo como varios de sus “apadrinados” debieron ocultarse por casi cuatro horas para no sufrir las consecuencias de la molestia de los exaltados. “Hemos tenido que salir todos escapando, todos ocultos, disfrazados… les comento, he pasado el susto más grande de mi vida, porque ha sido un desmán de todos y nunca me había asustado tanto”, declaró el ex candidato Orlando Careaga a los medios de comunicación.

Lo ocurrido en Colcapirhua, Cochabamba; Betanzos, Potosí y en Trinidad, Beni son solo algunas de las regiones donde el MAS suspendió la designación de candidatos “oficialistas” por los problemas internos que se generaron en el momento de realizar las asambleas. Los dirigentes que se trasladaron hasta Chapare para buscar el favor del cocalero para asegurar sus postulaciones han quedado rezagados porque el “jefazo” olvidó un elemento que es determinante en la cabeza de sus militantes: su huida es vista como una cobardía que todavía mella la dignidad de los campesinos que no aceptan semejante actitud y ninguna de las explicaciones que hasta ahora han recibido, sobre todo la del golpe de Estado, sana semejante humillación.
Quien lo entendió rápidamente y corrigió su rumbo para seguir en carrera como candidata a la alcaldía de El Alto fue la ex presidenta del senado, Eva Copa. En entrevista con radio Fides dijo que con la asunción de Jeanine Añez en 2019 existió en el país “una transición constitucional forzosa” por “un vacío de poder” suscitado en noviembre, tras la renuncia del exmandatario Evo Morales. La dirección del MAS le salió al cruce mediante un comunicado, desconoció las declaraciones de Copa, a quien acusó de pretender “legitimar el golpe de Estado”.

“A más de un mes del Gobierno de nuestro hermano @LuchoxBolivia, las señales de certidumbre y recuperación económica son claras. Se puso en evidencia que el golpe de Estado de noviembre de 2019 trajo dolor a nuestras familias y destruyó la Patria”, escribió Copa al día siguiente en su cuenta de Twitter.

Por eso aquellos que se quedaron y que en la refriega con el gobierno de transición debieron soportar juicios y hasta encarcelamiento son vistos como candidatos potables por su valentía y entrega al proceso de cambio. La lucha en las calles y el no rendirse ante la adversidad cuando quedaron “huérfanos” de su líder son condiciones que siguen pesando en la militancia y sienten que fueron ellos quienes recuperaron el poder y el control del partido con otro liderazgo y con otros candidatos y ahora quien debe escuchar y recuperar el valor perdido es el huidizo jefazo.

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