En la recta final hacia las elecciones del 17 de agosto, Bolivia se encuentra en un momento determinante. Quedan diez días clave para la consolidación del voto, en los que los ciudadanos definirán el rumbo político de los próximos años. En este contexto, el departamento de Santa Cruz —históricamente confrontado con el oficialismo— vuelve a posicionarse como un actor central en el debate electoral.
El exlíder cívico Guido Náyar sostiene que el país se encamina hacia la mayor transformación de las últimas dos décadas, impulsada por un electorado cada vez más consciente y crítico. Asegura que el pueblo boliviano ha observado, comparado y evaluado propuestas con el objetivo de elegir a quien represente auténticamente sus intereses y necesidades, particularmente aquellas que afectan directamente a Santa Cruz.
Desde la llegada del Movimiento Al Socialismo (MAS) al poder, el oriente boliviano ha sido blanco de una política de confrontación. Según Náyar, bajo la influencia ideológica de asesores extranjeros del Foro de São Paulo, Cuba y Venezuela, el MAS implementó una estrategia que —en su visión— derivó en represión, persecución política, violaciones a los derechos humanos y una sistemática desarticulación institucional y productiva de Santa Cruz.
Durante estos años, líderes cívicos y sectores productivos cruceños habrían sido objeto de hostigamiento, judicialización y exilio. Casos emblemáticos como el del Alto Parapetí, donde se denunció violencia en conflictos por tierras, siguen presentes en la memoria colectiva de la región. Náyar señala que se impusieron al menos 1.400 asentamientos ilegales, se vulneró el derecho propietario de la tierra y se ejecutaron expropiaciones forzadas bajo pretextos ideológicos.
Frente a esto, Santa Cruz se ha constituido en el principal bastión de resistencia al oficialismo. Desde 2005, el MAS no sido derrotado en el departamento, lo que se interpreta como una señal clara de rechazo al proyecto político centralista. Para muchos cruceños, el próximo proceso electoral representa la oportunidad de cerrar un ciclo de imposiciones y abrir otro enfocado en desarrollo, descentralización y respeto a las autonomías.
Para Náyar el agro boliviano es un motor de la economía nacional, por eso se debe exigir que los candidatos de comprometan con:
• La seguridad jurídica sobre la tenencia de tierras.
• La liberalización y modernización del sistema de exportaciones.
• La implementación de biotecnología y ciencia aplicada al agro.
• La necesidad de financiamiento accesible y reforma institucional.
“El campo no puede seguir dependiendo del vaivén político. Se necesita una estrategia nacional, con metas medibles y visión de largo plazo”, recalcó. Dijo que se espera una posición contundente, por ejemplo de derogar la Ley INRA.
En ese marco, Guido Náyar llama a los votantes a discernir con madurez y responsabilidad cuál de los candidatos es capaz de generar una transformación real. “El voto es la bala de plata que tiene la ciudadanía para cambiar el curso de la historia”, afirma, subrayando la importancia de una decisión informada y estratégica.
A pocos días de las elecciones, el rol de Santa Cruz no solo es determinante desde lo demográfico y económico, sino también desde una dimensión simbólica de resistencia y proyecto alternativo. El voto cruceño, una vez más, podría definir el nuevo mapa político de Bolivia.