En una conferencia que daba, una señora levantó la mano y dijo: Yo no sé que enseñan los profesores, pero lo que es mi hijo, cada día es más malcriau. ¡Hay días que ni nos saluda!
Créanme.
Para mí, es lo más común escuchar cosas así.
Y lo cierto es que la educación empieza en casa, la educación de un niño es el resultado de lo que ve en sus padres.
El profe no educa, enseña temas académicos. Educan los padres con su ejemplo.
Cuando escribí Papá el Cojudo, lo hice pensando en que el muchacho que lo lea, se convierta a su tiempo en un padre mejor que el padre que tuvo…
Cuando escribí Cinthia mi amor, lo hice pensando en miles de mujeres que por culpa de un abusivo, pierden la fe en el amor y la vida.
Al escribir ¿Y ahora?, pensé en una pelada que se suicidó con cuatro meses de embarazo, hace años, cuando yo era chico; y los vecinos hablaban de eso y se me quedó para siempre.
El Príncipe Feo lo escribí mirando a cuatro maravillosas niñas de siete años, niñas que aún ven el mundo por encima de la maldad y egoísmo de los adultos.
Pero…
Cuando miro que nada cambia, que a las autoridades les importa un bledo estos temas y que las Juntas Escolares de Padres piensan en todo, menos en los valores y humanidad que deberían recibir sus hijos se siente amargo…
Y todo porque ninguno de los mencionados entiende el tema en su profundidad.
Y claro…
Cuando veo a los morbosos compartiendo vídeos de dos chicos muertos me invade el desánimo y siento que nada alcanza…
Pero luego, cuando un maestro me escribe y me cuenta que sus alumnos entendieron el mensaje, vuelve la ilusión de creer en un mundo mejor…
Insisto: No culpés al colegio o a los profesores por el fracaso de tus hijos; ellos, los muchachos, sólo son el reflejo de los padres que tienen…