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jueves, marzo 30, 2023
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Qué significado tiene el nacimiento de Jesús para el hombre

Daniel Castro, periodista

Nos aprestamos a celebrar una Navidad muy diferente a las últimas que nos tocó vivir. La pandemia de coronavirus mantiene al mundo entero angustiado y a nosotros con un nuevo rebrote que empieza a volverse masivo, por lo que han vuelto las medidas de prevención impuestas por las autoridades municipales y departamentales. En estas condiciones, donde el peligro de contagio preocupa a las familias bolivianas, se le suman las dificultades económicas que se han multiplicado por la falta de ingresos, el desempleo y la crisis económica. La incertidumbre hoy es moneda corriente y en ese clima nos aprestamos a recordar el nacimiento del Niño Jesús ocurrido hace ya más de 2.000 años.
Para el mundo cristiano, el nacimiento y ministerio de Jesucristo son fundamentales en el Plan de Salvación preparado desde antes de la fundación de este mundo con el fin de que los hijos espirituales de Nuestro Padre Celestial obtengan un cuerpo físico y en este estado de probación iniciar un proceso de aprendizaje y perfeccionamiento para llegar a ser como nuestro el salvador Jesucristo.
La narrativa del nacimiento del niño Jesús es elocuente dentro de su humilde sencillez. No hay otra historia tan hermosa, ni que pueda conmover el alma con tal profundidad, como esta gloriosa tradición del nacimiento de nuestro Redentor. No hay palabras que pueda pronunciar el hombre para embellecer, ni mejorar ni acrecentar la elocuencia de su humilde simplicidad. No importa cuántas veces se la relate, nunca se vuelve anticuada. En Lucas 2:8–16 leemos:

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“Y había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre sus rebaños.
“Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor.
“Pero el ángel les dijo: No temáis, porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que serán para todo el pueblo:
“que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor.
“Y esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre.
“Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios y decían:
“¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!
“Y aconteció que cuando los ángeles se fueron de ellos al cielo, los pastores se dijeron los unos a los otros: Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido y que el Señor nos ha manifestado.
“Y vinieron de prisa y hallaron a María, y a José, y al niño acostado en el pesebre”
¿Puede alma alguna leer esto y no conmoverse por el espíritu de humildad y sentirse impresionada por la sencilla verdad de la historia?

Es por eso que la época navideña conlleva mucho más que solamente compartir regalos y disfrutar de una cena familiar. Los líderes religiosos constantemente nos enseñan e invitan a “venir a Cristo”. El liderazgo inspirado resulta invalorable en tiempos de crisis. Cuando el camino se vuelve sinuoso y desaparecen las «señalizaciones» para adentrarse en caminos polvorientos en medio de una noche de tinieblas, como en la que está hoy el mundo con esta pandemia de coronavirus y la nueva realidad que vivimos. Se hace fundamental una voz segura que te guíe y te dé certezas. Eso hizo un hombre de 96 años de edad. ¡Sí 96 años! Que ganó todo en la vida. Un cardiólogo respetable, que participó en el primer trasplante de corazón y que durante toda su vida se caracterizó por su disciplina y liderazgo religioso. Russell M. Nelson, en el devocional de Navidad de este año dijo: “Él (Jesucristo), vino para hacer la inmortalidad una realidad y la vida eterna una posibilidad”. Nelson, es el presidente de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días; que decidió “recetar” dos actividades para poder experimentar el poder sanador de la gratitud: contar nuestras bendiciones antes que nuestros pesares y unir nuestras voces en oración diaria en agradecimiento a Dios. La oración de fe produce milagros, prometió. Así logró hacer viral en redes sociales la invitación para que todos los usuarios, durante siete días suban en su perfil porqué están agradecidos. La campaña de gratitud rompió con el clima mundano, de desinformación, intrigas, odio, agitación civil, violencia, deshonestidad y banalidad que predomina en las RRSS y permitió que volvamos a ser HUMANOS. Se pudo leer a hijos que están agradecidos por las enseñanzas de sus padres. Personas que agradecían por tener un amigo incondicional. Otras agradecían por la ayuda recibida en momentos de aflicción. Muchos hasta pidieron perdón por haber ofendido o dañado a un amigo o un ser querido. Y hasta cosas tan simples como tener una mascota para cuidar y recibir su cariño. Ése es el espíritu de la Navidad que debe morar en nuestros corazones.
Jesucristo vino a este mundo a redimirnos de la muerte física y de la espiritual. vino para cumplir una misión definida que se le asignó antes de establecerse el fundamento de esta tierra. En las escrituras se habla de Él como “el Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo” [Apocalipsis 13:8]. Él se ofreció para venir en el meridiano de los tiempos para redimir a los hombres de la caída que les sobrevendría por la transgresión de Adán. Jesús es la única persona que ha nacido en este mundo que no tuvo un padre terrenal. El Padre de Su cuerpo es también el Padre de Su Espíritu y el de los espíritus de todos los hombres. De Su Padre obtuvo la vida eterna; de Su madre obtuvo la facultad de morir, porque Su madre era una mujer mortal. De ella recibió Su sangre y de Su Padre recibió Su inmortalidad. Y así, al tener poder para dar Su vida y volverla a tomar, pudo pagar el precio de la transgresión de Adán y redimir a todas las criaturas del sepulcro.
Debemos permitir que la historia del nacimiento del Salvador penetre nuestra vida e influya en ella. Al llegar la noche buena algunos inclinaremos la cabeza en humilde oración a Dios por las bendiciones que hemos recibido a través del sufrimiento de Su Hijo amado, y quizá leeremos la maravillosa historia con alabanzas de gratitud. Desafortunadamente, otras personas, que saben poco, si es que saben algo, de la deuda que tienen con el Hijo de Dios, celebrarán, no con alabanzas ni humilde oración, sino con jolgorio de embriaguez blasfema, sin la menor idea del significado del nacimiento del Hijo de Dios. ¿Cómo puede alguien leer esta conmovedora historia del nacimiento de Jesucristo sin sentir el deseo de abandonar su mala vida? En esta época del año conviene que todos y cada uno, el rey en su palacio, el campesino en su humilde cabaña, los ricos y los pobres por igual, doblemos la rodilla y rindamos honor a Aquel que no tuvo pecado, cuya vida pasó en sacrificio y pesar para el beneficio de Sus semejantes, cuya sangre se derramó como sacrificio por el pecado, enseñó hace más de cincuenta años Joseph Fielding Smith. Y luego se preguntó: ¿Creemos que ese bebé fue en verdad el Hijo Unigénito de Dios en la carne? ¿Tenemos fe duradera en Su misión y estamos dispuestos a seguirle con obediencia?

En esta época en que abunda la iniquidad, en que hay grandes tribulaciones, donde hay rumores de guerras y una pandemia que asola toda la faz de la tierra, todos tenemos necesidad, como nunca antes, del cuidado del Señor que guía y protege. Hoy más que nunca necesitamos que en esta temporada navideña, y en todo momento, podamos centrar nuestra fe en el Hijo de Dios y obtener para nosotros mismos aquella paz que sobrepasa todo entendimiento. ¡Feliz Noche Buena!

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