El alcalde de Santa Cruz, Jhonny Fernández, volvió a poner su nombre en la baraja electoral al afirmar que “no descarta” postular a la Alcaldía cruceña o a la Gobernación en las subnacionales de 2026. La declaración, lejos de pasar desapercibida, introduce un nuevo foco de presión dentro de Unidad Cívica Solidaridad (UCS) y evidencia que el oficialismo municipal aún no define un proyecto claro para la próxima contienda.
Fernández anunció que en los próximos días se realizará una “convención ampliada nacional” de UCS, instancia que —según aseguró— cuenta con la habilitación necesaria debido a un recurso pendiente en el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP). No obstante, el argumento jurídico también funciona como escudo político: mantiene a su partido en la conversación nacional, incluso en medio de cuestionamientos internos sobre liderazgo y rumbo estratégico.
En paralelo, el alcalde adelantó movimientos de alianzas en otras regiones. Afirmó que en El Alto se cerró un acuerdo para que José Luis Paredes —hijo del exalcalde “Pepelucho” Paredes— sea el candidato a la Alcaldía. Además, dejó abierta la posibilidad de que Rafael “Tata” Quispe sea proclamado como candidato de unidad para la Gobernación de La Paz.
La lectura política es clara: mientras varios actores nacionales y regionales buscan consolidar liderazgos, Fernández intenta reposicionarse en un tablero donde su gestión local enfrenta críticas y desgaste. Poner su candidatura “en suspenso” le permite ganar tiempo, medir fuerzas internas y convertirse nuevamente en un actor a tomar en cuenta en la negociación de alianzas.
La duda ya está instalada: ¿se trata de una estrategia de presión dentro de UCS o de un auténtico intento de reelección o salto a la Gobernación? Lo cierto es que la jugada reconfigura el panorama y obliga a otros bloques a recalcular su propio camino rumbo a 2026.