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Balotaje: Bolivia en un momento decisivo después de 20 años de hegemonía del MAS

Bolivia entra en un momento decisivo de su historia política reciente. Tras casi dos décadas de hegemonía del Movimiento Al Socialismo (MAS) y la derrota de su candidato en primera vuelta, el país se prepara para definir su rumbo en el primer balotaje presidencial de su historia democrática. La disputa enfrenta a dos figuras del centro y la derecha política: Rodrigo Paz, del Partido Demócrata Cristiano (PDC), y Jorge “Tuto” Quiroga, de la alianza Libertad y Democracia (Libre).

Un cambio de época política

El escenario refleja un viraje estructural en el electorado boliviano. En medio de una crisis económica profunda —con una inflación interanual superior al 23%, reservas internacionales en mínimos históricos y una moneda depreciada— la ciudadanía optó mayoritariamente por candidatos opositores. La izquierda, fragmentada y debilitada tras años de desgaste del MAS, quedó relegada a un papel de espectadora en esta segunda vuelta.

El país se encuentra, así, ante dos modelos de gobernanza distintos, aunque ambos coinciden en su diagnóstico: la urgencia de estabilizar la economía, recuperar la inversión y reordenar las finanzas públicas.


Rodrigo Paz: el reformista pragmático

A sus 58 años, Rodrigo Paz se presenta como el heredero político de una tradición moderada que combina elementos de centro y socialdemocracia reformista. Hijo del expresidente Jaime Paz Zamora (1989-1993), su trayectoria política ha estado marcada por el pragmatismo y el discurso conciliador. Desde su paso por la alcaldía y el Senado de Tarija, ha defendido una visión de “capitalismo para todos”, centrada en la eficiencia fiscal sin sacrificar la inversión social.

Paz propone una reforma gradual del gasto público, la reducción de subsidios al combustible y una mayor apertura comercial. Su plan busca aliviar la presión fiscal y dinamizar la economía a través del crédito y la inversión privada. Aunque mantiene distancia de las ideologías tradicionales, su candidatura intenta capturar el voto del desencantado electorado del MAS, apelando a un discurso anti-burocrático y antiestatista: “El Estado no te debe joder la vida”, suele repetir.

Sin embargo, su figura enfrenta desafíos significativos. Paz arrastra acusaciones de corrupción durante su gestión municipal y su alianza con Edman Lara, un ex policía con fuerte presencia en redes sociales, le granjeó simpatías populares pero también desconfianza entre los sectores más conservadores. A pesar de ello, ha sabido proyectarse como un outsider reformista, una estrategia que lo posiciona como el candidato del cambio moderado.


Tuto Quiroga: el tecnócrata de la vieja guardia

Con 65 años, Jorge “Tuto” Quiroga encarna la experiencia técnica y política. Ex presidente entre 2001 y 2002, durante el interinato que siguió a la renuncia de Hugo Banzer, Quiroga representa a una generación de economistas liberales formados en el exterior, influenciados por las reformas de mercado de los años noventa. Su candidatura promete una “terapia de shock” económica, basada en el control del déficit, la atracción de inversión extranjera y la reducción drástica del gasto estatal.

Tuto apela a su credibilidad internacional y su pasado institucional para posicionarse como el garante de la estabilidad y el orden. Su propuesta busca conectar con el empresariado y las clases medias urbanas que reclaman previsibilidad y una política económica coherente tras años de volatilidad y populismo fiscal.

No obstante, su desafío radica en conectar con los votantes jóvenes y populares, un segmento que lo percibe como parte del antiguo establishment político. Aun así, su mensaje de eficiencia y disciplina fiscal podría encontrar eco en un contexto de crisis e incertidumbre.


El voto de la izquierda, la gran incógnita

Con el MAS fuera de competencia, la gran pregunta es hacia dónde se inclinará el voto de izquierda. Los analistas prevén una división interna: una parte del electorado podría optar por Paz, por su discurso menos confrontacional y su promesa de mantener programas sociales; mientras que otra fracción podría votar nulo o abstenerse, incapaz de apoyar a opciones de centroderecha.

El politólogo Eduardo Gamarra advierte que “la elección no solo medirá quién gana el gobierno, sino qué tipo de oposición sobrevivirá tras el ocaso del MAS”. El voto rural y sindical será decisivo, al igual que la participación de los jóvenes urbanos, que representan más del 35% del padrón electoral.


Un país entre dos modelos

El balotaje del 19 de octubre simboliza algo más que una elección presidencial: marca el fin de un ciclo histórico y el inicio de una nueva etapa de redefinición política en Bolivia.
Mientras Rodrigo Paz busca ofrecer un cambio tranquilo y gradual, Tuto Quiroga propone una reestructuración rápida y ortodoxa.
Ambos, sin embargo, comparten un mismo desafío: reconstruir la confianza ciudadana en las instituciones y estabilizar una economía al borde del colapso.

El rumbo que elijan los bolivianos este domingo determinará si el país apuesta por la moderación reformista o por la experiencia liberal.


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