La designación de Óscar Mario Justiniano como ministro interino de Desarrollo Productivo representa un movimiento político y económico de alto valor estratégico para el gobierno de Rodrigo Paz. Su incorporación consolida el eje productivo como una de las prioridades del nuevo ciclo gubernamental y envía un mensaje directo de apertura al empresariado boliviano, especialmente al cruceño.
Justiniano simboliza el vínculo entre el sector privado y el Estado. Su trayectoria al frente de instituciones clave —como la Federación de Empresarios Privados de Santa Cruz (FEPSC), la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO) y FEXPOCRUZ— lo posiciona como un interlocutor legítimo ante los gremios que impulsan el 30 % del PIB nacional. Su experiencia combina visión productiva, liderazgo gremial y conocimiento del comercio exterior, lo que podría traducirse en políticas orientadas a la competitividad, la innovación y la inserción de Bolivia en nuevos mercados.
Desde una lectura política, la decisión de Paz busca tender puentes con Santa Cruz, región históricamente crítica de los gobiernos centrales, pero indispensable para cualquier proyecto nacional de desarrollo. Incorporar a un empresario con legitimidad técnica y reputación institucional es una señal de pragmatismo y de voluntad de concertación.
En términos económicos, la llegada de Justiniano podría marcar un giro hacia un modelo de desarrollo productivo mixto: con énfasis en la agroindustria, la diversificación exportadora y la innovación tecnológica, sin descuidar la sostenibilidad ambiental y la inclusión social, pilares del discurso presidencial.
El reto estará en traducir ese perfil técnico en resultados concretos: mayor productividad, empleo formal y condiciones de certidumbre para la inversión privada. Si logra equilibrar la eficiencia empresarial con una gestión pública transparente y moderna, su paso por el gabinete podría consolidar una alianza inédita entre Estado y empresa, clave para la reactivación económica.
En suma, la incorporación de Óscar Mario Justiniano no solo amplía la base política del gobierno de Paz, sino que redefine la narrativa del desarrollo: del Estado asistencial al Estado productivo, con Santa Cruz como protagonista.
