MSc. Hugo Salvatierra Rivero, periodista y docente universitario
El término caudillo se refiere a un tipo de líder político y social, muy común en la historia de Bolivia (incluida Latinoamérica), cuyo poder y autoridad se basan fundamentalmente en su carisma personal, su influencia directa sobre las masas, y la lealtad incondicional de sus seguidores, en lugar de basarse en la solidez de las instituciones o las leyes.
Alcides Arguedas, John Lynch, René Antonio Mayorga ente otros, han realizado profundos análisis sobre el caudillismo, el personalismo y la debilidad institucional de los partidos políticos en Bolivia y América Latina.
El caudillismo surgió en América Latina en el siglo XIX, después de las guerras de independencia, cuando el vacío de poder central y la debilidad de las instituciones recién creadas permitieron que líderes militares (o con influencia militar) asumieran el control del poder político.
En el contexto contemporáneo, el término sigue siendo relevante, aunque ya no se asocie necesariamente a un líder militar. El Caudillo Moderno, es el líder político que funda un partido o agrupación, mantiene un control férreo sobre su estructura, se erige como el único candidato natural, y cuya eventual caída o salida colapsa a toda la organización.
Muchos líderes fundadores de partidos o movimientos en Bolivia (y en toda la región) son considerados caudillos, ya que sus organizaciones giran enteramente en torno a su nombre y figura.
El caudillismo es Liderazgo (de una persona), pero a menudo carece de Gestión (institucional, técnica y transparencia). La administración bajo este modelo tiende a ser un círculo vicioso de lealtad, poca transparencia y debilidad institucional, lo que afecta negativamente los servicios públicos a largo plazo.
El caudillismo es una práctica extendida y un vicio de la cultura política, pero no es el ideal democrático que buscan las leyes y los principios de la participación política.
En la práctica política boliviana, es muy común que las organizaciones políticas se construyan fuertemente en torno a la figura de un líder carismático o fundador. El “caudillismo” o “personalismo político”, Tiene una Ventaja, permite una rápida movilización y una identidad clara para el electorado.
Su Desventaja, conduce a una estructura interna poco democrática, donde el poder de decisión (incluida la candidatura) reside casi exclusivamente en el fundador. Esto puede limitar el surgimiento de nuevos liderazgos dentro de la organización. Lo mismo ocurre en las Agrupaciones Ciudadanas.
El “caudillismo” o “personalismo político”, no está bien, pero es una realidad frecuente. La ley boliviana prohíbe el personalismo absoluto y exige que las organizaciones políticas actúen como verdaderos instrumentos de representación con procesos democráticos internos.
Aunque en la práctica el fundador ejerza una influencia predominante (el “dueño” del instrumento legal y el líder carismático), la ley lo obliga a someterse a mecanismos internos que abran la puerta a la participación de otros y prohíbe que se autoproclame candidato por un derecho exclusivo de fundación. Pero tampoco se hace cumplir la ley.
En la actualidad, en Bolivia, cualquier ciudadano que desee se proclama candidato a alcalde, gobernador o presidente, sin recurrir a una interna, esa es la gran brecha entre la ley y la práctica en la política boliviana. La ley exige democracia interna, pero la autoproclamación o nominación directa sin interna,es la regla, no la excepción, especialmente para cargos subnacionales (alcalde, gobernador).