Las próximas elecciones subnacionales representan, para Santa Cruz, mucho más que un simple cambio de autoridades. Pueden convertirse en el punto de partida para la construcción de un nuevo paradigma político capaz de renovar el liderazgo departamental y proyectarlo hacia el escenario nacional. Esa es la tesis que plantea Guido Náyar, precandidato a la Gobernación, al advertir que la actual contienda electoral muestra una proliferación de aspirantes, pero no un verdadero proyecto regional que articule visiones, cohesione agendas y aspire a convertirse en una alternativa de poder para el país.
Náyar sostiene que el mapa electoral cruceño está copado por iniciativas personalistas o impulsadas por grupos económicos que buscan preservar espacios de influencia, antes que promover un proyecto político institucionalizado. Desde su perspectiva, esta fragmentación impide consolidar un instrumento sólido que convoque a jóvenes, profesionales y nuevos liderazgos, capaces de refrescar la política departamental y romper inercias que ya muestran signos de agotamiento.
En su análisis, el dirigente observa que Santa Cruz arrastra un desgaste acumulado durante dos décadas de hegemonía del Movimiento al Socialismo (MAS), al que atribuye el freno en la producción y la desarticulación de liderazgos emergentes. Para Náyar, el caso del gobernador Luis Fernando Camacho es el ejemplo más claro: cinco años de gestión sin resultados estructurales para el departamento y un entorno político corroído por pugnas internas. “No puede culpar de traición a quienes él mismo eligió para llegar al poder”, remarca, aludiendo a la inestabilidad que ha marcado la administración departamental.
El cuadro municipal no es más alentador. Náyar califica la gestión del alcalde Jhonny Fernández como un fracaso, sumando así dos instituciones clave —Gobernación y Alcaldía— que, en su criterio, han desperdiciado cinco años decisivos para el desarrollo cruceño. Esta doble crisis institucional, afirma, pone en evidencia la urgencia de un viraje profundo en la manera de hacer política.
Frente a este panorama, propone reconstruir la vida pública desde una filosofía política clara, orientada al servicio ciudadano y al desarrollo integral del departamento. No se trata de forzar “unidades” artificiales amarradas a candidaturas, sino de abrir las puertas a nuevas generaciones que aporten ideas, capacidad técnica y vocación de gestión. El nuevo paradigma que plantea busca romper con viejas estructuras —desde logias hasta grupos empresariales que, según él, continúan imponiendo candidatos para proteger intereses particulares— y devolver la política a la sociedad.
Náyar apuesta a que estas subnacionales puedan marcar el inicio de una etapa distinta: una Santa Cruz con una política más libre, menos capturada por élites y más comprometida con el ciudadano común. Para el precandidato, el desafío no es simplemente competir en una elección, sino desencadenar un proceso de renovación que permita al departamento recuperar rumbo, visión y liderazgo en el país. En su lectura, solo así será posible construir un proyecto político con proyección nacional que responda a las demandas de una sociedad que, pese a la crisis, sigue siendo uno de los motores más dinámicos de Bolivia.