Por Wálter Mur
Cae estrepitosamente el ya exembajador Mario Cronenbold y su derrumbe es la comprobación de que las sonrisas forzadas no ganan indulgencias, que los exilios dorados pueden volverse espacios de desgracia política y que las redes sociales también sirven para condenar aquello que tanto celebran.
Mal le ha ido al exalcalde de Warnes en los últimos años: tiene la oposición de un grueso sector de su partido en su propio departamento, perdió por más de 20 puntos la gobernación de Santa Cruz y no pudo avanzar nada en la orden que le diera Evo para reunificar al MAS en el Oriente.
Perdió, además, la confianza del presidente (Luis Arce) y ahora acaba de comprobar que sus dotes arrabaleras no son realmente un activo suyo fuera del país.
Cronenbold se desmorona y lo hace como producto de sus propias bagatelas y equivocaciones. Sus instintos de dirigente de aparatos partidarios no son suficientes en los altos niveles de la diplomacia internacional.
El episodio de esta telenovela crea ruido innecesario en la relación con Paraguay, especialmente en estos tiempos en los que se requiere de personas que comprendan el valor de la prudencia y la mesura en la función pública.
El caso Cronenbold es una lección más para quien lo desee entender: el servicio exterior no puede ser ya la caja de reciclaje ni el cementerio de la política boliviana…
(Tomado de su cuenta en Facebook)
